En este viaje, exploramos las misiones de los jesuitas visitando las reducciones de San Javier y San Pedro. También descubriremos los magníficos alrededores de la laguna de Coratamamamama.
Precio
El precio de esta actividad es de 133,50 €.
*Precio puede variar según disponibilidad y fecha.
Idioma del Guía y Tiempo de la Actividad
Español
Misiones jesuíticas de moxos + laguna coitarama
Misiones jesuíticas de moxos + laguna coitarama en línea
Las Misiones Jesuíticas de Moxos están situadas en los Llanos de Moxos del departamento del Beni, en el este de Bolivia. Caracterizadas por una fusión única de influencias culturales europeas y amerindias, las misiones fueron fundadas como reducciones de indios por los jesuitas en los siglos XVII y XVIII para convertir a las tribus locales al cristianismo.
Los sacerdotes jesuitas llegados de Santa Cruz de la Sierra comenzaron a evangelizar a los pueblos nativos de la región en la década de 1670. Para ello establecieron una serie de misiones cerca del río Mamoré, empezando por Loreto. La misión principal se estableció en Trinidad en 1686[1].
Meireles (1989) enumera las siguientes misiones jesuitas de Moxos junto con sus respectivos grupos étnicos (tribus).[2]: 78-79 Las fechas de fundación y algunas misiones adicionales son de Block (1994).[3]: 39
Las siguientes lenguas indígenas, que conforman gran parte del área lingüística Mamoré-Guaporé, se hablaban históricamente en las misiones[2]: 11 El moxo era la principal lengua franca utilizada en las misiones[4]: 13
Las misiones jesuitas en américa latina
Bolivan Baroque es un proyecto de investigación, educación e interpretación que pretende revivir y desarrollar interpretaciones del repertorio de los archivos de las iglesias jesuitas de las misiones de los indios Chiquitos y Moxos. La presidenta y jefa de Interpretación Histórica, Ashley Solomon, lleva colaborando en el proyecto desde 2002 con el misionero jesuita polaco del Verbo Divino y musicólogo Dr. Piotr Nawrot, y con la Asociación Pro Arte Y Cultura (APAC).
Los jesuitas fundaron diez misiones en lo profundo de la selva boliviana desde su llegada en la década de 1670, encontrando un pueblo indígena deseoso de aprender y hacer música. Cada misión recogía música para su culto, incluyendo misas y motetes, así como composiciones instrumentales y para teclado. En Moxos, en el centro-sur de Bolivia, la misión reunió más de 7.500 manuscritos, mientras que en el este de Bolivia la misión de Concepción tenía el doble, 10.000 manuscritos. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de Bolivia y en los años siguientes las misiones cerraron y sus bibliotecas musicales se convirtieron en «cápsulas del tiempo» de música de los siglos XVII y XVIII. Parte de esta música fue escrita en Europa (y traída de ella), pero en su mayoría se trataba de composiciones anónimas escritas por los lugareños.
Wikipedia
Es un hecho que no existe una historia completa de las misiones jesuitas de Chiquitos1 en inglés.2 Existen numerosos relatos en español, la mayoría de los cuales se basan principalmente en dos fuentes secundarias que datan del siglo XIX: Los recuerdos de D’Orbigny de sus viajes en la región entre 1831 y 18333, y los numerosos escritos de René-Moreno, compilados en 1888 como Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos.4 Las evaluaciones de mediados y finales del siglo XX realizadas por Molina, Parejas y otros fueron reunidas para formar la enorme obra Las Misiones Jesuíticas de Chiquitos5, a menudo considerada, por su alcance, como el tratamiento más exhaustivo. Estas obras merecen ser reconocidas por arrojar luz sobre esta época a menudo incomprendida y muy mitificada. Sin embargo, la mayor accesibilidad a los recursos primarios, los estudios posteriores y, sobre todo, la insistencia de historiadores posteriores como García, Menacho, Tomichá y Tonelli (los dos primeros jesuitas) en utilizar fuentes primarias siempre que sea posible6, han ampliado enormemente nuestro conocimiento y comprensión de estas misiones durante la época jesuítica.7
Las atrocidades de los jesuitas
IntroducciónEl análisis de los restos óseos puede ser una ventana para reconstruir parte del funcionamiento de paisajes manejados, como las pesquerías prehispánicas. Los avances de la arqueología amazónica han demostrado que los principales ríos de la cuenca amazónica y la mayoría de sus afluentes, como los ríos Napo, Madeira y Tapajós, estaban densamente poblados durante el primer milenio d.C. [1-3]. Los recursos acuáticos (peces y reptiles), extremadamente abundantes en dichas áreas, constituían los principales componentes de las economías prehispánicas [4,5]. En las áreas interfluviales, sin embargo, el acceso a los recursos acuáticos es menos evidente, la disponibilidad de peces está condicionada por fuertes restricciones estacionales y la adquisición de proteína animal constituye, por lo tanto, un tema aún en investigación [6-9].
La cuestión de la subsistencia de las sociedades que viven a lo largo de los grandes ríos frente a las sociedades asentadas en zonas interfluviales constituye un debate mantenido por muchos estudiosos desde principios de la década de 1950. Steward (1948) [10] sugirió que «(…) lo que se considera una cultura típica de los bosques tropicales o cultura selvática (…) fluía a lo largo de la costa y subía por los principales cursos de agua (…) dejando a las tribus del interior en un nivel más primitivo» y argumentó que cuando los bosques fueron sustituidos por las sabanas, los habitantes abandonaron la agricultura, orientando su economía hacia los alimentos silvestres. Del mismo modo, interesado en las economías prehispánicas de la Amazonia Central, Lathrap (1968) [6] propuso que la falta de recursos proteicos en las áreas interfluviales limitó el desarrollo de las tribus del bosque. En los últimos 15 años, los estudios realizados en las áreas de sabana de la frontera suroccidental de la Amazonia, la región de los Llanos de Mojos, han puesto en duda muchas de las afirmaciones sobre la organización social de las sociedades que ocupaban las áreas interfluviales. Las investigaciones han documentado grandes y elaborados movimientos de tierra, construidos a lo largo del primer milenio d.C., que atestiguan el desarrollo de sociedades grandes y sedentarias en la región. En zonas situadas a más de 50 km del río principal más cercano (Mamoré), las redes de zanjas, calzadas y canales asociados a campos elevados sugieren que estos grupos humanos consiguieron adaptar su economía a los entornos ambientales de la sabana [11-13].