Según científicos, el impacto que tiene un viaje en el cerebro humano marca una huella de fuego, fuerte y permanente. Esto significa que la experiencia va a quedar grabada y producirá un aumento de la interconectividad sináptica producto de la motivación y de la transformación.
El motivo es que está demostrado que, ante acontecimientos nuevos, las neuronas crean nuevas conexiones, es decir, nuevas rutas. De ese modo favorecemos la creación de más neuronas y, además, encontrar nuevas formas de comprender, resolver problemas, conocer, comunicar…
Viajar te hace sentir vivo. Durante los viajes nuestro cuerpo permanece activo, y aunque no nos demos cuenta, practicamos ejercicio físico, lo que ayuda a mantener enérgicos nuestros huesos y músculos.
¿Cómo impacta en el cerebro viajar a nuevos destinos?
Está comprobado científicamente que viajar estimula el cerebro, lo vuelve más práctico y creativo, logrando ampliar la capacidad de comprender la realidad desde nuevas perspectivas. La novedad y la variedad son las claves para estimularlo, entrenarlo y notar los placenteros beneficios.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando salimos de viaje? | Alan por el mundo
¿Qué tipo de emociones genera viajar?
Viajar nos produce alegría, mejora la superación, fomenta la reflexión o anima el descubrimiento personal. Y, al final, el grato recuerdo que nos queda de cada escapada no es casualidad. Existe una explicación científica sobre los beneficios emocionales que los viajes dejan en casi todas las personas.
Es una de las mejores formas de ampliar tus horizontes, conocer otras culturas, aprender cosas nuevas y disfrutar de la vida en su plenitud. Viajar no solo te ofrece la oportunidad de ver lugares increíbles, sino que trae muchísimos beneficios para tu salud mental, estado emocional e incluso para tu capacidad empática.
Utilizar suplementos naturales, tales como valeriana, melatonina y magnesio, junto con la práctica de técnicas de relajación, te permite disfrutar de un vuelo más apacible. Además, al llegar a tu destino, estarás mejor equipado para superar de manera más efectiva los efectos del jet lag.
Investiga sobre el destino, organiza tu itinerario y haz las reservas necesarias con anticipación. ✔️ Aprende técnicas de relajación: Practica técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o el yoga. Estas herramientas te ayudarán a calmar la mente y reducir la ansiedad.
Los turistas ya no buscan sólo reposo y distracción sino que también quieren aprender y descubrir cosas nuevas. La búsqueda de Novedades puede asociarse con Romper con la rutina y escapar de la realidad porque la rutina es inerte y el viaje trae movimiento y escape de la realidad, promoviendo la novedad.
Afrontar un viaje sola hará que puedas planificar lo que desees. No visites ese sitio si no te apetece, planea un itinerario por las librerías de tu destino, tírate toda la tarde en la playa o pasa horas en esa casa museo que te ha enamorado. Y, por supuesto, come como quieras donde quieras.
Viajar es desconectar de los problemas, conocer gente, disfrutar de paisajes increíbles o de la ciudad más cosmopolita del mundo, es probar gastronomía diferente, es ver con otros ojos, es abrir la mente, es experimentar, es reflexionar, emocionarte e incluso, decepcionarte…
Estas personas siempre están dispuestas a la aventura, están abiertas a lo desconocido, tienen una gran tendencia a convertirse en nómadas digitales y a vivir al máximo su vida de acuerdo con sus ideales.
¿Cómo se les llama a las personas que viajan solas?
El concepto de turista 'single', que no tiene que ver con el estado civil sino con el hecho de viajar solo, ha evolucionado considerablemente en la última década.
Síndrome de Wanderlust: el deseo constante de viajar está encerrado en un gen. El deseo constante de viajar ahora tiene un nombre: es el síndrome del Wanderlust, es decir, el deseo irreprimible de salir hacia nuevos destinos, viviendo siempre ... ¡con una maleta en la mano!
Los investigadores explican que el carácter miedoso, como la mayoría de nuestros comportamientos, es fruto de una mezcla de naturaleza y crianza: la primera se refiere a la influencia de los genes y la segunda a la huella que deja en nosotras la educación.
Las personas con miedo excesivo suelen tener pensamientos negativos y catastrofistas sobre el peligro potencial en situaciones cotidianas. Estos pensamientos distorsionados pueden alimentar y mantener el miedo irracional, creando un círculo vicioso difícil de romper.
El miedo aparece cuando se cree estar en peligro. Es una respuesta emocional que se activa ante diversas amenazas y suele estar acompañada de cambios fisiológicos como: respiración acelerada, pupilas dilatadas, aumento en el ritmo cardiaco y la presión sanguínea, que preparan a la persona para huir o luchar.
El Miedo– está asociado a los riñones. A nivel psicosomático, el miedo paraliza y bloquea la energía renal. Esta emoción es negativa cuando se siente por situaciones de peligro imaginarias. De forma prolongada afecta directamente a la boca del estómago.
La respuesta de miedo comienza en una región del cerebro llamada amígdala. Este conjunto de núcleos en forma de almendra en el lóbulo se dedica a detectar la prominencia emocional de los estímulos: cuánto nos llama la atención algo. Por ejemplo, la amígdala se activa cada vez que vemos una cara humana con una emoción.
Las consecuencias del miedo sobre tu mente pueden ir desde el agobio, el malestar, el estrés… Hasta la derivación en insomnio, ataques de ansiedad, caída en picado de tu autoestima, pérdida absoluta de confianza, inseguridad, vulnerabilidad o culpabilidad.
¿Por qué mi cerebro piensa cosas que no quiero pensar? Por la misma razón que piensa cosas que te da igual pensar. Tu cerebro contiene billones de conexiones neuronales que son activadas de forma caótica en su mayor parte. Algunas de estas conexiones aparecen en tu consciencia como pensamientos intrusivos.
El miedo es una emoción desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria derivada de la aversión natural al riesgo o la amenaza, manifestada en todos los animales, lo que incluye al ser humano.